Esa risa era tan siniestra, la
sangre corría como si de un rió se tratase
Mis gritos, solo eran frenados:
por el ligero sonido del corte de la guadaña de aquel asesino, Su túnica negra
era bella y su rostro escalofriante, repito esa risa tan siniestra, tan
malvada, que hasta los huesos me temblaban del miedo, el había asesinado a
todos los que me rodeaban, los que me lastimaban, burlaban de mi, entre otras
cosas, como regresar el favor, coloque su instrumento de matanza ante mi
cuello y me dispuse a cumplir su trabajo, poco después de sentir ese frió metal
desgarrar mi piel, abrí los ojos y descubrí algo nuevo, era yo misma, con la
misma ropa y la misma arma, en un tamaño menor, este ser, me ha adoptado como
su alumna.
Han pasado días, horas, meses, años,
décadas, siglos, mi maestro jamas me ha dirigido la palabra, pero me ha
enseñado el uso de las artes de la muerte, de como blandir mi nueva arma, la
cual nombre lucifer, el que busca la luz, junto con lucifer y mi maestro, seguí
viendo el tiempo pasar, mi rostro y manos se volvían huesos si yo retiraba mi
vestimenta, por eso preferí mantenerme oculta en ella, al igual que mi maestro,
eso me explico por que el jamas me dejo verle.
Mucho tiempo ha pasado, desde que
comencé mi largo viaje, llegando a un lugar raro
el maestro mi primera misión me
ha dado, su voz es cálida, pero fría a la vez, genera un sentimiento, de muerte
en vida.
Completada mi misión, el maestro
su rostro me mostró, algo impactante, sorprendente, sin igual, un simple joven
de tan solo dieciocho años de edad, su nombre era, Agramon, el cual le fue dado
por su labor, infligir miedo y temor en toda especie viviente.
El maestro este día me ha llevado
a un nuevo lugar, algo parecido a un reloj de arena puedo mirar, el maestro me
ha explicado que me ha entrenado para continuar su labor, pues el ha decidido
solo mirar, su túnica retira y toma un aspecto angelical
pregunta el nombre de mi
instrumento y al yo responder lucifer, el dice ''Bien, ese sera mi nuevo
nombre'', Impactada por lo que mis oídos oían, pedí un nuevo nombre a mi
maestro, este me respondió, Muerte, Sonreí con lujuria, pues no esperaba menos
del que por mucho fue mi mentor, al verlo acender al cielo, decidí entrar en
las arenas del tiempo, regresando al inicio del todo y de la nada para comenzar
nuevamente la tarea de mi maestro.
-Juan Nazareth Higuera Arce-